Un lector de la Biblia puede distraerse por la grandeza del rey Salomón y olvidar que es Dios quien lo hizo grande. En la lección de hoy se usa un medio inusual como es el sueño para un encuentro del hombre sincero con el Dios poderoso y verdadero. El resultado es un hombre sabio durante la mayor parte de su vida.
David ya no es rey, es un anciano lúcido en su pensamiento y convencido de Dios en su corazón. Frente al nuevo joven rey le instruye espiritual y administrativamente. Este responderá con certeza y con acierto a las recomendaciones y consejos.
Un pastor adolescente, un joven valiente que derrota a leones y osos, un atrevido retador de gigantes, guerrero experimentado, fugitivo de los suyos en varios períodos de su vida, hoy es un anciano y su cuerpo no guarda calor para el mismo. A punto de morir debe ordenar su legado real en medio de la traición de unos y la lealtad de otros.
El último acto público de David es contrario al pensamiento prudente de su comandante Joab y de sus capitanes. Fue un experto guerrero en las batallas militares, pero no siempre logró serlo y pierde la última batalla espiritual. Aun cuando de nuevo es completamente perdonado debe sufrir la pérdida de parte de su pueblo
David deja ahora el campo de la batalla donde fue un gran guerrero e hizo valientes guerreros a los suyos. Muchas batallas fueron victorias y se anotan los nombres de los siervos que permanecieron fieles en ellas. David no se precia de haber llegado solo sino identifica a los que colaboraron para tener la gloria de su imperio.
Una incumplida promesa de Israel a un pueblo vecino realizada aproximadamente 400 años atrás ocasiona a David un problema serio. David no pide a Jehová que elimine el problema, sino que le dé la razón de este.
David regresa a Jerusalén sin lograr la reconciliación de la tribu de Judá con el resto de Israel. Las discusiones terminan separando a su pueblo. Una peligrosa insurrección le espera. Su regreso devela a un pueblo fracturado e inestable que decide una segunda guerra civil.
David no llora una sola lágrima cuando envía a un fiel soldado, Urías, a la muerte. Más ahora llora desconsoladamente por la muerte de un hijo rebelde que le fue infiel en varias acciones de su vida. La derrota personal hace olvidar la victoria de un pueblo bendecido por Jehová y hace cambiar la alegría por la vergüenza.
El rey David y su hijo Absalón deben decidir en el terreno de la guerra quién quedará gobernando en Israel. Es un experimentado comandante contra un vanidoso aspirante. Un encuentro entre un padre que ha amado sin aplicar disciplina con un hijo que no respeta ni a su padre ni a Dios. Uno gana la victoria en el campo de la batalla, pero no la gana en su corazón. La palabra de Dios se cumple cuando anunció a David espada en su misma casa.
Ahitofel ha sido un hombre influyente en David y ahora en Absalón. Su último consejo ha sido un desastre público con un efecto grande para Absalón. Ahora de nuevo aconseja más no cuenta con la aprobación de Dios. Su idea es superada por la oración de David quien ha pedido se frustre su consejo. El final de Ahitofel nos muestra a alguien que piensa bien para los demás pero no para sí mismo.
Absalón ha regresado a Jerusalén y durante 4 años hará sus mejores esfuerzos para engañar al pueblo israelita y lograr su meta personal de ser rey. Es un hombre hermoso exteriormente pero su corazón no lo es.
El rey David huye de Jerusalén para evitar la batalla contra su propio hijo, Absalón. En su camino encuentra a Siba y a Simei, mediante sus respuestas nos muestra su mente y corazón. Mientras tanto Absalón ya en el palacio solamente puede mostrar su corazón de pecado.
Varios años de David como rey de todo Israel han pasado, por 3 años su hijo Absalón vive desterrado en la ciudad siria de Gesur después de haber asesinado a Amnón su hermano. Joab aprovecha la situación para quedar bien ante el rey David y logra traerle de nuevo a Jerusalén.
El profeta Natán anunció a David el mal sobre él y su familia, como consecuencia por el terrible pecado que cometió con Urías. El cronista inicia su relato de las consecuencias con una violación y un asesinato que involucra a tres de sus hijos.
Dios ha mostrado su amor a David en diferentes maneras y toda su vida, pero ese amor no incluye dejar de juzgar su pecado. A la promesa de bendición dada a través de Natán hoy se agrega de los mismos labios una consecuencia funesta para su familia pues el pecado no puede quedar impune. Solo el perdón de Dios pudo sacarlo del fango donde se hallaba.
Estudiamos hoy probablemente uno de los pasajes más sombríos de la vida de David. Del humilde pastor, hijo pequeño de la familia, vencedor de Goliat, rey de Judá e Israel, rey misericordioso, guerrero victorioso, perdonador de la vida de Saúl, pasamos tristemente a un pecador en picada del adulterio hasta llegar a un plan de muerte para uno de los suyos.
Haber sido calificado como un ejército valiente no fue la carta de batalla de un pueblo provocado y humillado innecesariamente, les tocó enfrentar su pelea y esforzarse para no perder lo que era suyo. Dios actuará con ellos conforme lo prometido en Deuteronomio 28:7 donde anota que sus enemigos vendrán en contra por un camino, pero huirán por siete caminos
El amor de David hacia Jonathan está basado en un pacto ante Dios y
trasciende el tiempo así como la muerte de uno de ellos. Ahora es a David a quien le toca mostrar bondad y misericordia hacia la generación de su amigo muerto en la batalla por su pueblo. Sus actos trascienden y alimentan sus emociones para tener actos gratos delante de Dios y no delante de los hombres.
David ha vivido en casa humilde, cuevas, montañas, tierra ajena y ahora lo hace en casa cómoda y confortable, piensa ahora que Jehová no tiene una casa propia de su grandeza y decide hacerle una.
Muchas batallas de Dios debió pelear David y su ejemplo fue pelearlas bajo la guía de Jehová. Se incluyen batallas donde alcanzó victorias sonoras, entre ellas está el sometimiento de sus eternos enemigos los filisteos o la ocasión cuando estableció a los moabitas como sus siervos y tributarios. Estas batallas fueron diferentes a las de Saúl (la primera cara de la moneda), sus victorias fueron alcanzadas porque Jehová se las otorgaba. Mientras tanto Saúl se ocupó de sus propias batallas.
El Arca del pacto que contenía las tablas de la ley, maná y la vara de Aarón, regularmente se localizaba en el lugar santísimo del Tabernáculo. Ahora está sin un lugar especial y el deseo de tenerla significará guerra, enfermedad, alegría, bendición y también muerte. Algunas de estas situaciones le tocarán vivir las al Rey David quien ahora tiene la responsabilidad de resguardarla.
Es tiempo que David deje de reinar solo sobre Judá y lo haga sobre todo Israel. Su ungimiento como rey se establece mediante una gran reunión en Hebrón ante la presencia de todos los ancianos de la nación. Jehová ha estado con él y seguirá haciéndolo para conquistar la ciudad más amada por los israelitas: Jerusalén, así como en la victoria ante sus constantes enemigos: los filisteos.
David ha hecho un pacto con Saúl y otro con Jonatán para preservar la familia de ellos durante su reinado. En este capítulo se menciona a un hijo del rey y a un hijo del príncipe. La lección muestra cómo se escapa de las manos de David el cumplir la promesa a Saúl con su hijo Isboset y el inicio de la historia de Mefiboset, hijo de Jonatán.
El reinado de Saúl se debilitaba mientras el de David se fortalecía, los hombres valientes de David guiados por sus deseos y de ver coronado a su rey deciden tomar caminos cortos y terminan desagradando a David. David toma decisiones personales no siempre sabias y otras decisiones importantes que tienen resultados inesperados.
Muere Saúl y Jonatán, el rey escogido por Jehová y el principal heredero, amigo fiel de David. Ahora David ya no es el futuro rey de Israel, sino el nuevo rey. Ha esperado cerca de 20 años. No llega a ser rey por ambición, voluntad propia o conveniencia, llega porque ha dejado en manos de Jehová el tiempo de vida de Saúl y porque debe cumplir, en sujeción, el orden de Dios para su propia vida y la de su nación. Sin embargo, su reinado no va a ser nada fácil.
Saúl y su ejército salen a la batalla contra sus eternos rivales, los filisteos. Entre ellos también están sus hijos Jonatán, Abinadab y Malquisúa. Salían sin depender de Dios y menos aun seguir sus órdenes. Sus 3 hijos morían peleando en la batalla más Saúl cometería suicidio. David había sido liberado por los príncipes filisteos de pelear en esta misma batalla contra su nación Israel.
David y su ejército han sido retirados por Aquis. Rey de Gat, de la batalla en Afec. 3 días de viaje llevan a Siclag donde se encuentran con una desolada ciudad. Empiezan llorando hasta quedar sin fuerzas, David se siente solo y a punto de ser apedreado decide pedir a Dios su apoyo quien le conduce a la victoria sobre sus enemigos amalecitas.